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viernes, 14 de octubre de 2016

Marc Angenot “El siglo de las religiones seculares: esbozo de historia conceptual” III


http://marcangenot.com/.../Le_siecle_des_religions_politiques.pdf

Un concepto paradójico que se está convirtiendo en un lugar común

El fascismo italiano fue una religión secular, como también lo fueron el nacionalsocialismo alemán y el comunismo, aunque de forma diferente.”20 Se trata de una tesis en forma de paradoja lista para convertirse en un lugar común, una antigua paradoja transformada en una idea que se encuentra por doquier: «El siglo XX, del que los años 1930 ilustran, aunque desgraciadamente no agotan, el delirio de la barbarie, no fue un siglo ateo. Fue lo contrario de un materialismo chato, en el sentido en que tal cosa se suele entender, aunque a veces intentó hipócritamente parecerlo. Fue una época religiosa, sin duda más religiosa que ninguna otra, pero de una religión pagana cuyos dioses, “ídolos de piedra y de madera”, se llamaron Estado, Naturaleza o Partido.»21 «Con sus promesas escatológicas, sus iconos y sus rituales, todo totalitarismo se presenta como una “religión laica” que desintegra la sociedad civil y transforma al pueblo en una comunidad de fieles.»22 A primera vista a esta tesis no le faltan argumentos. En efecto, ¿no es necesaria una convicción de esencia religiosa para sacralizar la violencia, fanatizar a “minorías militantes”, hacerlas masacrar incansablemente a los representantes de las “clases moribundas”, a los “monstruos morales” y a otros “enemigos del pueblo”, para satanizar a los no creyentes y a los reticentes, exterminar a los oponentes, para perseguir a las iglesias y a los creyentes que adhieren a una fe competidora, para justificar el terror y las carnicerías, todos estos crímenes desprovistos de cualquier rastro de racionalidad política  o económica? Correlato directo de tal idea: el siglo XX fue un siglo ferozmente religioso. «La política moderna es un capítulo de la historia de la religión. El mundo en el que nos encontramos al empezar el nuevo milenio está lleno de los escombros de proyectos utópicos que, a pesar de que se enmarcan en términos seculares que niegan la verdad de la religión, fueron de hecho vehículos de mitos religiosos. Las tomas del poder por los bolcheviques y los nazis fueron convulsiones originadas por una fe, tanto como la revolución teocrática del ayatolá Jomeini en Irán.»23 Este concepto persigue al pensamiento histórico y político contemporáneo, el concepto de “religión secular” o “religión política”.24 Un fantasma acecha: se trata, en efecto, de una especie de espectro conceptual que viene a acosar a varias de las grandes teorías históricas sin terminar nunca de tomar cuerpo como una noción estable, comúnmente compartida por el conjunto de los investigadores. Intentemos seguir la caracterización de los Grandes relatos de la historia, del “progreso” de la humanidad y del militantismo de masas de los siglos XIX y XX —en primer lugar el socialismo, pero también las ideologías totalitarias fascistas y nazis, que fueron sus deliberadas parodias, en clave reaccionaria, liturgias de masas y cultos al jefe debidamente incluidos— como “religiones políticas”, aparecidas a lo largo del siglo XIX y “pasadas al acto” en el siglo siguiente. Se cuentan por centenares las obras, sobre todo en inglés y alemán, que avanzan estas nociones de Political Religions, politische Religionen, religiones seculares o religiones políticas.25 «Religiones seculares»: se trata de un oxímoron e términos retóricos, un sintagma en el cual el adjetivo parece contradecir la esencia semántica del sustantivo, un concepto-escándalo. Viene a sugerir alguna cosa inquietante acerca de la modernidad. Contradice la visión sostenida a partir de la Restauración por los “progresistas”, la de una modernidad post-religiosa, una modernidad caracterizada por el retroceso inexorable de las religiones reveladas y el repliegue de las Iglesias, por la pérdida de su dominio sobre la vida política y cívica, sobre el pensamiento, sobre los “espíritus”, caracterizada por los avances concurrentes del pensamiento racional y del conocimiento científico, lo segundo explicando lo primero. No se destruye más que lo que se reemplaza, había dicho Danton: el siglo que lo siguió estuvo penetrado por esa máxima, ¡la Ciencia y la razón triunfantes iban a terminar con la ilusión religiosa, proporcionando “consolaciones” equivalentes! Los que sostienen este paradigma sustitutivo van a quedar consternados por la emergencia del concepto “religión secular/política”, por la persistencia de lo religioso y de la fe bajo andrajos engañosamente modernos, de la “religiosidad” latente puesta al servicio de la Inmanencia del mundo.

Notas

20 Dominique Venner, Le siècle de 1914. Utopies, guerres et révolutions au 20e siècle. Paris: Pygmalion, 2006, 189.

21 Bernard-Henri Lévy, Le testament de Dieu. Paris: Grasset, 1979, 115.

22 Enzo Traverso, dir. Le totalitarisme. Le XXème siècle en débat. Paris: Seuil, 2001, 14.

23 John Gray, Black Mass: Apocalyptic Religion and the Death of Utopia. London: Allen Lane, 2007, 1-2.

24 Les deux expressions se rencontrent en concurrence ainsi que celle, comportant péjoration immédiate, de «pseudo-religions», Ersatzreligion. Il me semble qu’il faille préférer «religions séculières» dont l’adjectif, qui contredit directement le substantif, fait apparaître aussitôt le caractère transitionnel et hybride du phénomène.

25 Voir mon cahier bibliographique: Religions séculières, totalitarisme, fascisme : des concepts pour le XXème siècle. Suivi de: Mal moral, mal politique, mal social. Les intellectuels, les intellectuels de parti: intellectuels et rôle politique. Trois bibliographies raisonnées. Précédé de: Remarques sur «religions séculières» et «totalitarisme». Discours social, Volume # 22 bis, 2004. Réédition corrigée et mise à jour, 2010.

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